martes, 30 de junio de 2009

DARK DUSK, CAPÍTULO 4


Cuando por fin descolgué el teléfono se me ocurrieron varias ingeniosas formas de mandar a la mierda al mamón que me molestaba a estas horas, aunque finalmente me salió la respuesta automática:
– Eh, mmm, ¿Diga?
– Señor Nashville, le llamo de recepción. Hay aquí unos caballeros que insisten en hablar con usted.
– ¿Cómo?
– Me dicen que es importante, que les ha mandado el señor McCoist y...
– Esta bien, está bien, Brenda, diles que me esperen en el bar y que bajaré enseguida.
– De acuerdo, señor Nashville.
– Brenda, llamame Barry, joder, y ¿podrías tenerme preparado un Alka-Seltzer y un café muy negro para cuando baje?
– Por supuesto, señor Nashville.
¿Un café muy negro? Muy bien, Barry, genial. Un blanquito cantante de rock en la capital californiana del hip hop pidiéndole a una jovencita afroamericana que le sirva de esa manera. Espero que esto no me pase factura cuando sea famoso. Es decir, seguro que Brenda no se ha ofendido, pero hay mucha gente que quiere sacar tajada de las estrellas si tiene una oportunidad. Bueno, cuando baje flirteare con ella como si nada y le daré un par de entradas para esta noche, pensé.

Mientras me daba una ducha rápida y buscaba algo limpio que ponerme me preguntaba quien diablos serían los tipos de abajo. Al no me había dicho nada, lo cual era raro porque no desperdiciaba ninguna oportunidad de presumir de lo buen representante que era, pero si los había mandado él imaginaba que tendrían algún tipo de oferta para el grupo. O quizá solo para mí, claro, y por eso habían venido a buscarme al hotel a estas horas en vez de entrarnos en la fiesta de anoche, o de quedar a comer. Me jodería dejar a los chicos, pero bueno, si te llega la oportunidad hay que aprovecharla, ellos harían lo mismo; ya les ayudaría más adelante, cuando estuviera arriba.

Compartí el ascensor con un pareja de vejestorios en chándal y su perro. Me miré al espejo. No estaba en plena forma, pero al menos tenía mejor aspecto que ellos, me dije. La perspectiva del éxito me estaba subiendo la moral.


Cuando llegué abajo estaba esperándome el analgésico ya disuelto y la taza de café humeante en la barra, junto a la sonriente recepcionista. Brenda era la hija de Jack, el dueño del hotel, y ya hacía un par de años que hacía el turno de mañana en recepción, aunque no recordaba haber madrugado nunca tanto para haberla visto allí. Hasta entonces siempre nos habíamos cruzado en el comedor, donde ayudaba a servir mesas, o alguna noche en el bar.
– Buenos días, preciosa, y gracias por esto, lo necesitaba de verdad – le dije justo antes de beberme de un trago el efervescente.
– De nada Barry, ya sabes que estoy para lo que necesites. Ah, y perdona por lo de “Sr. Nashville”, mi padre estaba cerca, había más clientes...
– Ya imaginaba algo así, tranquila. – No parecía en absoluto ofendida por lo del café, pero nunca se sabe – Oye, ¿te apetece ir a nuestro concierto esta noche en el Stork Club?
– Claro, sería genial. ¡Ya era hora de que me invitaras!
– Anda, toma cuatro entradas, tráete a unas amigas y después del concierto hablamos. Voy a ver a esos tipos.
Me despedí con la mano mientras probaba el café. Estaba realmente fuerte, bien. Entré en el salón mientras le iba dando sorbos. A parte de los abuelos de antes desayunando, solo había otros dos clientes, un tipo alto y fuerte, de unos cuarenta años, con el pelo cortado a cepillo que estaba hablando animadamente con el otro, un chaval delgaducho y pecoso que no tendría más de veinticinco primaveras. Ambos iban vestidos de traje, y pese al calor no se habían quitado las chaquetas.
– Hola, soy Barry – les dije mientras me acercaba y les ofrecía la mano – aunque supongo que ya lo sabréis si estuvisteis en el concierto de ayer. Espero que lo disfrutarais, por cierto.
En un primer momento ambos se quedaron mirándome atentamente en silencio, repentinamente serios. Unos segundos después el joven esbozó una sonrisa burlona mientras aceptaba el apretón.
– Buenos días, señor Nashville. Lamentablemente no estamos aquí para hablar de su música.

4 comentarios:

little caesar dijo...

De puta madre, más personajes y la historia se va retorciendo.
Esto de no tener un objetivo claro con la historia está genial, a ver que se saca troy de la manga.

TROY MCCLURE dijo...

Joder que bueno, tengo que releerme todo el relato para ver cómo seguir con esto.

Una cosa está clara, la hija del dueño del hotel está muy buena.

Poco a poco vamos descubriendo más cosas sobre Barry el ególatra.

ALUD ROMERA dijo...

Desde que leí el capitulo 4 estoy deseando ver por donde van los tiros y afrontar la creación del capitulo 7, que espero esté a la altura...

daaxe dijo...

La verdad es que me lo pasé genial escribiendolo, ya estoy deseando leer los siguientes y que me vuelva a tocar.