miércoles, 2 de julio de 2014

DARK DUSK: CAPITULO 30

HEROE ROJO

Kevin Miller nació para ser parte de Dark Dusk. Era su misión, pero no su destino.

Andrei Skliansky nació en la Ciudad Heroica de Sebastopol, y aunque su padre era solo un ferretero, la de su madre era una familia fuertemente arraigada a la cúpula del partido, así que su infancia fue indiscutiblemente feliz. Educado en las bondades del comunismo y rodeado de los beneficios que este otorgaba a sus próceres, las convicciones revolucionarias del joven Andrei le impulsaron a esforzarse al máximo en sus estudios con la esperanza de ingresar en la KGB, cosa que consiguió a pesar de que su rendimiento no estaba a la altura de sus ideales, gracias a la secreta influencia de su tío.


Una vez reclutado, sin embargo, sus superiores se esforzaron en pulir sus defectos y sacar partido a sus virtudes, y en menos tiempo del esperado Andrei ya dominaba la lengua y la cultura del enemigo, conservando intacta su lealtad a la causa soviética, aunque en los aspectos más técnicos y la formación marcial necesaria para un agente de campo nunca llegó a destacar.

En enero de 1987 recibió la orden de acudir ante el alto mando, y se le asignó un destino de agente encubierto en la costa oeste norteamericana, con base en la ciudad de Oakland, California, con incorporación inmediata. Andrei pasó los días siguientes ilusionado ante la perspectiva de ejercer de catalizador para soliviantar a la clase obrera afroamericana que poblaba aquella ciudad, gente sin duda oprimida por el capitalismo que estaría esperando una chispa para empezar una revolución. Soñaba con resucitar el movimiento de las "Panteras negras" que hacía solo un par de décadas había puesto en jaque al gobierno americano, y que este solo había podido reprimir con sucios actos del FBI sobre sus propios ciudadanos.


Las ordenes concretas las recibió el mismo día que dejó la Unión Sovietica. Su nuevo nombre sería Kevin Miller, y debía contactar con un tal James Cougar, que le asignaría un objetivo al que tendría que vigilar sin despertar sospechas. Para ello se valdría de una tapadera como músico, sacando así provecho de las clases de violín que su madre se empeño que tomara en su adolescencia. Aunque no era exactamente lo que había deseado, Andrei estaba contento y excitado por poder servir por fin a la Madre Patria.

Su ilusión pronto se vio truncada por la realidad. Si bien siempre había imaginado Estados Unidos como un lugar sucio y decadente, lo que se encontró superaba con mucho sus temores, y la gente con la que tenía que tratar despertaban en él temor y asco a partes iguales, empezando por el propio Cougar, un hombre malvado y repugnante al que no podía ni mirar a los ojos sin que le invadieran las ganas de sollozar, y acabando por los libertinos miembros del grupo de rock en el que le obligaron a infiltrarse, que además de no tener ni idea de música eran claramente hostiles hacía él.

A pesar de sus esfuerzos, jamás fue aceptado por sus compañeros, que no entendieron la incorporación de este nuevo bajista que les impuso McCoist.

Duck y Mike aparentaban ser amistosos, pero estaba claro que se sentían menospreciados, ya que hasta entonces eran ellos los que se turnaban para tocar el bajo y la guitarra y no consideraban que esto supusiera ningún problema, pese al desastroso resultado según la opinión de Kevin.

Por otra parte, Julián, el batería, siempre desconfió de él, aunque creía que nunca le había dado motivos. Pronto observó que no se trataba de algo personal en su contra, sino más bien un hábito siempre que se encontraba con cualquier cambio que no hubiera propiciado él mismo. Curiosamente uno de los mayores éxitos de Kevin ante sus superiores fue conseguir que J.D. se uniera a la banda, aunque realmente por lo que a él respectaba había sido todo fruto de la casualidad, ya que por entonces McCoist aún no había mediado para introducirlo en el grupo, así que se limitaba a seguirlos en sus actuaciones como un fan más y reportar todo lo que veía. Nunca le dijo a Cougar que Marcus se había marchado sin más, ya que este dedujo que Kevin lo había matado antes de poder explicarle nada, y dado que parecía muy satisfecho no quiso contradecirle.

El caso de Barry era distinto; era evidente que lo que le molestaba es que McCoist pusiera a un tipo guapo y con aire misterioso que le pudiera hacer competencia en las preferencias de las jovencitas que acudían a los conciertos. Una cosa es compartirlas con sus colegas y otra muy distinta que estos le dejaran las sobras a él, parecía pensar, aunque la realidad es que Kevin era más bien tímido y pasaba tan desapercibido en el escenario como fuera de él.

Esta mañana Ignatius, su único amigo en este país, le había convocado con urgencia a una reunión con su jefe. Así que aquí estaba, esperando en la puerta del despacho de James A. Cougar a que este se dignara a recibirle. Temía la reacción de ese monstruo impredecible y corrupto ante los últimos acontecimientos y como de costumbre se preguntaba porqué diantres la KGB habría captado a alguien tan evidentemente poco de fiar y encima lo había designado como su superior y enlace con la delegación.

Por un lado, se había cumplido su último objetivo, la muerte de McCoist, aunque siendo francos esta vez tampoco tuvo nada que ver... siempre ignorado por todos y justo el día que tenía algo importante que hacer aquella impresionante rubia se pegó a él con ganas de marcha y cuando por fin pudo escabullirse e ir a buscarlo McCoist ya no estaba en su despacho. Por otro lado, estaba lo de la posterior desaparición del resto de componentes de Dark Dusk tras el tiroteo en el Stork, al que llegó tarde por culpa de un taxista sinvergüenza que insistió en llevarle por la ruta turística sin parar de parlotear a pesar de sus quejas.


Decidió que dejaría que fuera Cougar quien hablara, como siempre, y esperaría que las cosas se enderezaran de nuevo por si solas. Con un poco de suerte incluso la delegación se vería impulsada a cambiarle de destino, dadas las circunstancias. Al fin y al cabo un agente de alto rango había sido asesinado brutalmente esa madrugada y podría haber comprometido la situación del resto de infiltrados. Quizá ahora le enviaran a una nueva ciudad, algo como Nueva York, o Boston. Y necesitaría una nueva vida, un nuevo trabajo, puede que le pusieran incluso una camarada como esposa.

Y claro, también un nuevo nombre. Al fin y al cabo Kevin Miller nació para ser parte de Dark Dusk, y ahora que había cumplido su misión, su destino era desaparecer.