martes, 15 de septiembre de 2009

LO QUE ME SACA DE MIS CASILLAS: EL TRANSPORTE PÚBLICO

Queridos lectores, amigos, compañeros del Galatex Team... Un saludo a todos después de lo que ha sido un verano memorable. Memorable sí, pero las vacaciones ya sólo son un borroso recuerdo y cuando una losa llamada rutina cae sobre nuestras cabezas tan sólo nos queda una cosa por hacer: jodernos y bailar.
Para mi primer artículo de esta vuelta al cole he elegido un clásico, porque cuando algo te saca de tus casillas hay que denunciarlo, aunque el resultado final sea el mismo que cuando hay que volver a la rutina.
Hoy os voy a hablar sobre nuestro amado transporte público. Todo el mundo sabe que cuando Troy tiene aparcado el coche en un sitio cercano le cuesta mucho moverlo, aunque eso signifique que te garabateen dibujos fálicos sobre la propia mierda del coche o que unos preadolescentes vomiten en la puerta del acompañante (sigue siendo un precio razonable). Recientemente tuve la suerte de aparcar en uno de esos sitios que tanto me gustan, con tan mala suerte que al día siguiente tenía que ir a Valencia ¿qué hacer? ¿perder el sitio? ¿autostop? ¿andar 16 kilómetros? ya está!!!!
COGERÉ EL AUTOBÚS!!!!

Eureka!! el autobús era la solución a mis problemas. Me llevaría a mi destino en un periquete, contribuiría a minimizar el calentamiento global, disfrutaría de un hermosos paisaje y quién sabe las aventuras que me depararía el viaje.
Sonriente caminé hasta la parada más cercana a mi domicilio bajo un hermoso sol veraniego. Me senté en la parada con un negro y esperé pacientemente leyendo "colgados" (la última recomendación de mi amigo Little Caesar), que no sé si devolver a su propietario o tirárselo a la cara.
A lo lejos, imponente y amarillo por fin se acercaba el autobús, no había tardado demasiado y yo había conseguido mantener mi cartera alejada de mi compañero de parada, todo iba viento en popa.
Después de un entusiasmado saludo al conductor que no recibió respuesta pagué el billete; saqué de mi cartera un euro y me quedé esperando el cambio.
- Te faltan 20 céntimos
- QUEEEEEÉ????? - dije con el culo torcío
Rebusqué lo que faltaba y tomé asiento. Dentro del autobús no había aire acondicionado y el sol veraniego estaba sacando a relucir el olor corporal del resto de viajeros que no llegarían a 10, pero lo que estaba claro es que también estaban contribuyendo a minimizar el calentamiento global consumiendo menos agua.
Llegué a mi destino y a la vuelta busqué la parada de toda la vida (la de Fernando el Católico a la altura del botánico), sorpresa, la parada ya no existe. Seguí andando sonriente bajo el sol veraniego hasta la próxima parada: "El Corte Inglés".

Cuando por fin llegó el autobús, subí el primero y no me molesté en saludar al conductor (se ve que estas personas cumplen a rajatabla lo de que no les hablen). Como ya no tenía suelto tuve que darle un billete de 20 euros, que en el código secreto de los autobuseros eso significa darles una patada en los cojones. El buen hombre me miró como si le hubiera pinchado las ruedas, me hizo apartarme con un gesto y cobró un euro con veinte céntimos al resto de pasajeros. Arrancó el atutobús y yo ya esperaba un guiño, un gesto furtivo con la cabeza o cualquier otra disimulada mueca que me diera vía libre para sentarme y ahorrarme el billete ("Troy lo has vuelto a conseguir", pensé para mis adentros).

Nada más lejos de la realidad, el maldito conductor condujo unos 200 metros rebuscando en un monedero secreto, alternando miradas a la carretera y al monedero. Conduciendo con las rodillas, amasando calderilla con las manos, fijándose en las señales de tráfico y restando 1´20 a mi azul billete. Fue un momento humillante, una regresión a mi infancia cuando el profesor deja a todos los niños salir al patio y te tienes que quedar copiando el tema 8 de sociales.

Finalmente pude sentarme con las manos llenas de putas monedas y por el camino de vuelta a casa tuve tiempo de reflexionar sobre todo lo que podría haber hecho con los 2´40 (400 pesetas!!!!, NOS ESTAMOS VOLVIENDO LOCOS O QUÉ!!!!) que me había costado el viaje:
- Ir en coche hasta Valencia y dejarlo 3 horas en zona azul.
- Ir en coche, dar 1 euro a un amable yonki para que me cuide el coche e invitarle a un brick del mejor tintorro hacendado.
- Bajar al locutorio de debajo de mi casa, mandar por fax el documento que tenía que llevar y tomarme una cerveza fría en el piscolabis.

TRANQUILO QUE YO TE CUIDO EL COCHE...

La verdad es que todas estas cosas te hacen pensar en que quizás detrás de todo esto sólo hay intereses económicos para que evitemos el transporte público. Pensadlo bien, ¿para qué renunciar a la comodidad de nuestro coche? Sale más barato, es más cómodo, te ahorras esperas, evitas olores corporales, no te encuentras ningún hijo de puta que te apuñale el corazón. La otra opción sería la bicicleta, pero aquí en Valencia es uno de los colectivos más maltratados (ir en bici en nuestra hermosa ciudad es más peligroso que Rita Barbera de botellón en Pozuelo). Lo dicho, no os esforceis en ir contracorriente y consumid petróleo que es lo que quieren nuestros poderes públicos, todas sus buenas palabras y promesas ecológicas son mentiras, patrañas e hipocresía.

11 comentarios:

La Gamba Negra dijo...

Jajajaja, que bueno ha sido! "pero las vacaciones ya sólo son un borroso recuerdo y cuando una losa llamada rutina cae sobre nuestras cabezas tan sólo nos queda una cosa por hacer: jodernos y bailar" Jajaja, me ha gustado muchísimo y creo que refleja muy bien lo que la gente piensa del transporte público, ¿cómo quieren que lo usemos si sale más caro que cualquier otra opción? en fin, como ha dicho Troy, todo mentiras...

little caesar dijo...

"ir en bici en nuestra hermosa ciudad es más peligroso que Rita Barbera de botellón en Pozuelo"
jajajajajajajajajajajajajajajajajajaja.

Buenísimo, de acuerdo en todo.
Me cago en el transporte público.

Maybellene dijo...

Mis peores experiencias en transporte público han sido en autobuses de transporte largo. Por lo demás, estoy acostumbrada al metro, al bus urbano y al cercanías, con lo que no me supone mucho trauma. Aunque obviamwente, como en mi coche, no voy en ningún sitio. Eso sí, hoy olía el tren a choto que ha sido inaguantable XDDDD

little caesar dijo...

Oh venga Maybe, tue eres de madrid, creo recordar.
La panacea de los transportes públicos, a años luz del tercer mundo que vivimos y sufrimos.

Eva dijo...

Gran artículo con el que me siento identificada al 100%.
Tuve una época en la que utilizaba el metro, eso sí que es un robo a mano armada: más de 500 de las antiguas ptas ida y vuelta, what tha fuck!!!, teniendo en cuenta que las estaciones en este nuestro querido pueblo están todas localizadas al otro extremo y además la flora y fauna que suele habitar en él: me cago en el transporte púbico de esta nuesta Comunidad!!
Transporte público de calidad y barato ya!!

Joaquin dijo...

Juas... yo también tengo ese tipo de recuerdos del autobús, como cuando le soplas un billete al conductor y te mira como si le hubieras dicho hijoputa o algo así...

Robert Parr dijo...

El olor corporal es asumible a ciertas horas y ciertas temperaturas pero aun sigo buscando una explicación a que la gente apeste a sobaco en invierno a las 7:40.
En cualquier caso, el calor humano y el contacto con el pueblo compensa cualquier mal propio del transporte urbano. Vivan las huelgas de maquinistas, tambien llamadas "a que no hay cojones a meter 100 personas donde caven 20"

ALUD ROMERA dijo...

Lo ecológico siempre es más caro. Porque se cotiza igual que lo "light", al alza.

Riskotix dijo...

lo mejor, sin duda, "TRANQUILO QUE YO TE CUIDO EL COCHE... ", buenísimo, jajajajajajaja.

Anónimo dijo...

Muy bueno... Me ha recordado una canción de les Luthiers,creo, que cantaban a "los colectiveros", los conductores de transporte colectivo. Un nosocomial saludo

TROY MCCLURE dijo...

Ostia Santi, si no es por lo del nosocomial saludo no sé que eres tú, jajajajaj. Gracias por el comentario ;)