Amaba aquel momento, era lo único que le proporcionaba paz. El fugaz instante en que la noche y el día se fundían en un efímero abrazo. Un momento que no pertenecía a nadie más que a él. Las criaturas diurnas dormían y las nocturnas buscaban un lugar para descansar.
Era incapaz de recordar las veces que había compartido ese instante con ella, sentados frente a La Punta Negra, a muy poca distancia del Cabo de San Antonio.
La echaba de menos, era su ancla en esta vida de tempestad y ahora la había perdido. Aquel cabrón la arrancó de su lado y le había dejado a la deriva, tan solo a la espera de chocar contra las rocas y hundirse en el mar de su propia angustia.
Su mentor se lo advirtió: el amor y el odio son nuestros mayores errores. Solo una vez calló en cada uno y ellos acabaron con su vida para siempre. Desde que ella murió nada tenía sentido.
Todos decían que era el mejor en su trabajo, pero nunca comprendió esa maldita costumbre americana de hacer rankings. Atribuían su sangre fría y su temeridad a su exceso de profesionalidad pero se equivocaban. Buscaba la muerte sobre todas las cosas, buscaba reunirse con ella de nuevo. Solo necesitaba alguien digno que llevara a fin lo que él era incapaz de culminar. Le faltaba valor para matarse.
Quizás si volviera a su playa encontraría una razón para seguir, pero aquel lugar no sería lo mismo sin ella.
Desde que pasó lo del autobús y fueron obligados a abandonar el servicio en el Shabak, llevaba buscando un sitio donde asentarse. Todos le recomendaron España, muchos le aconsejaron Marbella. Pero no compartiría el suelo con jeques y traficantes. Representaban todo contra lo que él había luchado. Cagaban en retretes de oro mientras sus hermanos morían de hambre. Luego un fanático les daba un trozo de pan y un cinturón con dinamita y empezaban los problemas.
La Costa Blanca era su lugar y allí la conoció. Hasta que ese roquero mal nacido, aquel niño de papá la apartó de su lado para siempre. Quizás la suerte le cruzara nuevamente en su camino, entonces recuperaría la Fe en ese Dios que le dio la espalda.
Ahora, sentado en la terraza de aquella habitación de hotel esperaba su nuevo encargo.
Las 6:00 h, ni un minuto después. Su contrato debería estar allí o desaparecería del mapa.
Unos pasos se acercaron por el pasillo y la sombra de unos pies se dibujo bajo la puerta. Golpearon 3 veces, era la señal.
Se levantó de la silla y se aproximó a la entrada por la pared lateral. Sacó su P80 de la cartuchera que llevaba bajo la axila derecha y apolló el cañón sobre la mirilla. Si no entregaba el contrato una bala de 17 mm. sería todo lo que recibiría aquella sombra como respuesta.
Un sobre se deslizó bajo la puerta y ,con la misma discreción que había llegado, la sombra voló por el pasillo sin apenas dejar huellas sobre la moqueta.
Meyers se acachó y abrió el sobre. Un nombre propio, dos palabras escritas con letra de imprenta confirmaban que el contrato estaba cerrado.
Esa noche moriría Albert McCoist.
Era incapaz de recordar las veces que había compartido ese instante con ella, sentados frente a La Punta Negra, a muy poca distancia del Cabo de San Antonio.
La echaba de menos, era su ancla en esta vida de tempestad y ahora la había perdido. Aquel cabrón la arrancó de su lado y le había dejado a la deriva, tan solo a la espera de chocar contra las rocas y hundirse en el mar de su propia angustia.
Su mentor se lo advirtió: el amor y el odio son nuestros mayores errores. Solo una vez calló en cada uno y ellos acabaron con su vida para siempre. Desde que ella murió nada tenía sentido.
Todos decían que era el mejor en su trabajo, pero nunca comprendió esa maldita costumbre americana de hacer rankings. Atribuían su sangre fría y su temeridad a su exceso de profesionalidad pero se equivocaban. Buscaba la muerte sobre todas las cosas, buscaba reunirse con ella de nuevo. Solo necesitaba alguien digno que llevara a fin lo que él era incapaz de culminar. Le faltaba valor para matarse.
Quizás si volviera a su playa encontraría una razón para seguir, pero aquel lugar no sería lo mismo sin ella.
Desde que pasó lo del autobús y fueron obligados a abandonar el servicio en el Shabak, llevaba buscando un sitio donde asentarse. Todos le recomendaron España, muchos le aconsejaron Marbella. Pero no compartiría el suelo con jeques y traficantes. Representaban todo contra lo que él había luchado. Cagaban en retretes de oro mientras sus hermanos morían de hambre. Luego un fanático les daba un trozo de pan y un cinturón con dinamita y empezaban los problemas.
La Costa Blanca era su lugar y allí la conoció. Hasta que ese roquero mal nacido, aquel niño de papá la apartó de su lado para siempre. Quizás la suerte le cruzara nuevamente en su camino, entonces recuperaría la Fe en ese Dios que le dio la espalda.
Ahora, sentado en la terraza de aquella habitación de hotel esperaba su nuevo encargo.
Las 6:00 h, ni un minuto después. Su contrato debería estar allí o desaparecería del mapa.
Unos pasos se acercaron por el pasillo y la sombra de unos pies se dibujo bajo la puerta. Golpearon 3 veces, era la señal.
Se levantó de la silla y se aproximó a la entrada por la pared lateral. Sacó su P80 de la cartuchera que llevaba bajo la axila derecha y apolló el cañón sobre la mirilla. Si no entregaba el contrato una bala de 17 mm. sería todo lo que recibiría aquella sombra como respuesta.
Un sobre se deslizó bajo la puerta y ,con la misma discreción que había llegado, la sombra voló por el pasillo sin apenas dejar huellas sobre la moqueta.
Meyers se acachó y abrió el sobre. Un nombre propio, dos palabras escritas con letra de imprenta confirmaban que el contrato estaba cerrado.
Esa noche moriría Albert McCoist.
8 comentarios:
Muy bien Robert Parr, la historia avanza, los misterios se desbelan muy lentamente y en algún momento sabremos que cojones está pasando.
Joder, por un momento pensé que era un vampiro, pero no, es algo peor, ¡Un asesino profesional!
¿Quién será el rockero del que habla? ¿el batería español, fue eso lo que le hizo huir de su país?
Ahí queda eso, ahora le toca a DAAXE, a ver que parte de la historia nos desvela...
Haber, recapitulemos. Tenemos a un miembro del servicio de inteligencia israelí metido a asesino a sueldo que perdió en poco tiempo a su chica (por culpa del puto batería español) y su trabajo por el incidente del autobús (¿decenas de muertos por un terrorista suicida?).
¿QUÉ MÁS SE PUEDE PEDIR???
Bravo Robert Parr
Alud, este viernes te tienes que traer a la comparsa dos cosas:
Tu camiseta de GW
A Daaxe (Con su camiseta correspondiente)
Ambos con ganas de perreo.
Troy, si quieries saber de qué va el tema del autobus busca información sobre el KAV 300
Vale, muy buena aportación, Mr. Parr!!
Tenemos ya una fauna muy completa, a saber:
Dos miembros conocidos de Dark Dusk.
Una groupie o algo así.
Una recepcionista.
Una pareja de detectives bastante chusca.
Un jefe de policía.
Un par de tipos que se hacen pasar por agentes del FBI.
Dos abuelos con un perro.
Un asesino a sueldo con tendencias suicidas.
Un representante mafioso muerto.
A ver como me sale la idea que tengo en mente para el capítulo 9...
Viva!!! el batería español ha sido recuperado para la historia...yo no sabía como volverlo a meter, ja ja ja.
Muy buen relato, Rob.
Little, te recuerdo que el batería ya volvió a ser nombrado en el capitulo siete por los inefables Pet y Bob.
Cierto, pero de pasada.
Aquí vuelve a ser parte inportante de la historia.
El Viernes Troy os quiere en la comparsa, y es el jefe ja ja ja.
Troy la ha cagado, en la comparsa NA DE NA, DE NÁ. Mucho que vayamos, que vayamos y luego nos deja tiraos.
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