DARK DUSK: CAPÍTULO 5

Cuando el sol comenzaba a iluminar la Bahía de Oakland el Inspector Foley ya llevaba su tercer café de la mañana. Le jodía tener que levantarse con una maldita llamada de la comisaría, pero su cargo conllevaba ciertos sacrificios. Hacía años que le había prometido a Nancy que las cosas cambiarían. No, él no sería de esos gilipollas que dejan a su mujer viuda con una paga de mierda y dos hijos sólo por intentar detener a dos negratas en una puta licorería. Llevaba mucho tiempo detrás del puesto de Comisario General del Distrito y con su experiencia y un par de hilos bien movidos era cuestión de tiempo asegurarse una jubilación tranquila, lejos del estercolero en que se había convertido las calles de Oakland.

Aún recordaba esas tardes de pesca en el amarradero con su padre cuando todavía era un niño. La ciudad era tranquila y podías salir sin miedo a que te atracaran a plena luz del día. Pero las cosas habían cambiado mucho en los últimos años. Por supuesto que siempre había habido negros, sí. Pero ellos vivían en su zona y la gente decente en la suya, apenas había problemas, porque había un equilibrio y su mierda apenas salpicaba a las gentes de bien. Pero de un tiempo a esta parte… los negratas y su droga ya no eran el mayor problema: los amarillos y los chicanos se disputaban los mejores trozos del pastel. Sin ir más lejos, en el barrio donde él se había criado ahora nadie en su sano juicio se atrevería a entrar sino era para recibir un balazo.

El silbato del ferry lo sacó de su ensimismamiento. Odiaba ese sonido, pero allí en el puente de la Bahía de Oakland era lo único que se oía junto con el ir y venir de los coches por la interestatal 80. ¿Por qué cojones tardaban tanto en identificar el cuerpo? Los putos pescadores que lo habían encontrado a estas horas ya tendría más pistas que los gilipollas del laboratorio.


De repente vio venir al agente Ratzinger. Corría como una puta. El Inspector Foley nunca se había explicado cómo semejante tipo había superado las pruebas de la academia. O su papá era una persona muy influyente o se había hartado de chupar pollas para conseguir la placa. Quizás ambas cosas. Foley no pudo evitar el sonreír al imaginar cómo los instructores penetraban el culo del agente con sus porras reglamentarias. Había algo que no encajaba. Ningún pollo empieza a trabajar a las primeras de cambio mano a mano con un Inspector. Normalmente pasan años patrullando ghettos y trabajando la calle hasta tener una oportunidad así, pero no era el caso de este tío. Eso sí, habían cosas que sí que le gustaban de Ratzinger, nunca había visto a un novato con su mala leche, sólo con recordar el incidente con el chino se le ponía la carne de gallina. De no ser porque el amarillo era ilegal, el novato se habría metido en un buen lío. El Inspector Foley volvió a sonreír al recordar cómo Ratzinger había reventado la cabeza del chino con sus propias manos y de una patada lo tiró al mar desde el muelle. Desde luego ese chino ya no iba a vender más papelinas.


- Inspector Foley!!!
- ¿Qué coño pasa? Espero que no sea otro ajuste de cuentas, esos chicanos me tienen hasta los huevos.
- No, nada de eso. Los buzos acaban de encontrar la cartera del fiambre, a unos 300 metros del puente.
- ¿Y bien?
- Albert McCoist, señor. 43 años, natural de Aberdeen, Escocia.
- Ratzinger. Quiero saber donde estuvo anoche. Con quien habló, qué comió, qué programas de televisión le gustaban , a qué hora echó la última cagada.
- De acuerdo Inspector.
-Ratzinger!!!!!!
- ¿Sí Inspector Foley?
- Mueve el culo!!!!