AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS (XIII), HOY...BUD SPENCER Y TERENCE HILL

Ok, ok, lo prometido es deuda y me toca hacer una entrada sobre esos dos monstruos de la interpretación e iconos de toda una generación como lo fueron Bud Spencer y Terence Hill, los italianos han vencido en la votación con 13 votos contra los 12 de Esteso y Pajares, el orgullo de España, ha sido un mazazo para sus innumerables seguidores pero nos levantaremos.

Es evidente que la mayoría de nuestros lectores no vivieron en su esplendor el apogeo de aquel fenómeno cultural (a fin de cuentas, rodaron su última película reseñable en 1985), yo mismo tengo sólo vagos recuerdos de lo que supuso aquello, pero claro, la aparición del VHS y, sobretodo, la moda de los vídeo-clubs hicieron que la segunda mitad de los ochenta fuese dominada por la pareja de actores protagonista de esta nueva entrada.

Tanto el bueno de Bud ,de nombre real Carlo Pedersoli (se puso el sobrenombre de Spencer en honor a Spencer Tracy, aunque hay que reconocer que el mundo entero cuando oye “Spencer” se acuerda de nuestro orondo amigo en lugar del famoso actor americano), como Terence Hill, que en realidad se llama Mario Girotti y no se porque se puso el nombre artístico con el que se hizo famoso (supongo que porque mola un puñao), ya habían trabajado antes por separado en producciones menores, como en “El Gatopardo” de Visconti (lo dicho, pura serie B) en el caso de Terence, pero fue su debut conjunto en “Tu perdonas…yo no” el momento en el que vieron que la química y la complicidad podían llevarles a cotas de éxitos más altas.

El primer éxito gordo, pero gordo de la hostia fue “Le llamaban trinidad”, que tuvo una exitosa secuela. ¿Qué decir sobre este clásico? ¿Una de las mejores películas de acción-humor de todos los tiempos? ahí lo dejo.
Recordemos la fiebre por el spagueti western que se vivió en Europa a principio de los 70, con innumerables rodajes en Almería y Yugoslavia (esto lo pone en internet, yo he visto Yugoslavia, en la tele, cuando la guerra y eso, y desiertos pocos, pero vaya, si lo pone en internet será verdad) pero Bud y Terence dieron una vuelta de tuerca al género impregnándolo de un humor caústico a la par que inteligente, aderezado con un recurso que iba a convertirse en una seña de identidad en el futuro: LAS HOSTIAS COMO PANES DE BUD Y LA PICARESCA DE TERENCE.

8 minutos gloriosos...


Desde los inicios del cine, los golpes han sido parte importante en el cine de humor, pero Bud Spencer dio a sus bofetadas categoría de clásicas. A lo largo de todas sus películas, desde “Y si no, nos enfadamos” hasta “Dos super, superesbirros”, pasando por “Dos misioneros” (la favorita de nuestra alcaldesa, Rita Barberà, según tengo entendido, por el contenido religioso de la cinta, aunque yo creo que le van las pelis de carcelarias) Bud nos deleitaba con sus clásicas escenas de acción donde siempre luchaba contra un elevado número de rivales que sufrían su enorme variedad de golpes (puño cerrado en la cabeza, mano abierta en la cara, con el dorso de la mano, chocando frentes), y siempre era ayudado por su fiel escudero Terence, que casi siempre provocaba el enfrentamiento. Terence era lo contrario a Bud, era ágil y escurridizo, su forma de pelear se basaba en la estrategia de cansar al rival o hacerle perder la paciencia. Personalmente me quedo con Bud.


Pero las peleas de Bud y Terence tenían mucha más miga de lo meramente aparente, había toda una filosofía de vida y valores en esas escenas. Si nos fijamos bien, nuestra pareja de héroes siempre trataban de ser justos y ayudar a los necesitados (aunque a veces se saltasen las leyes), ya fuese luchando contra la mafia o contra la corrupción, en unos guiones que supusieron una fuerte influencia para posteriores clásicos como “El equipo A” (al fin y al cabo, M.A.y Murdock son personajes deudores de Bud y Terence) o “El coche fantástico”, ya sabéis, el eterno juego entre el bien y el mal que se viene llevando a cabo toda la vida de Dios y en donde la injusticia siempre será vencida y bla, bla, bla…
El humor era el otro punto fuerte de la pareja, y aquí casi todo el peso recaía sobre las espaldas de Terence Hill, que basaba todo su trabajo en la parte física, con un gran registro de expresiones faciales que decían más que muchas aburridas líneas de diálogo, ¿para qué?, aunque hay que reconocer que el tío soltaba auténticas perlas cargadas de chulería y actitud; además, tenía el típico encanto de los playboys italianos de la época, el cual ha heredado Silvio Berlusconi, sin ir mas lejos.


Su último gran éxito fue “Dos superpolicias en Miami”, película de 1985 y tardaron 9 años en rodar su último film, “…y en nochebuena, se armó el belén” (los títulos y las carátulas, siempre dibujos, nunca fotos, darían para otro concienzudo análisis).
Desde 1994 se les ha visto muy poco, Hill pasó a dirigir y a Bud lo pudimos ver, por ejemplo, en aquella serie chunga de Lydia Bosch y últimamente en un anuncio de un conocido puticlub valenciano, digo…banco.

No cabe duda de que en otra época las películas de Bud Spencer y Terence Hill hubiesen generado más beneficios que los que tuvieron en su día(limitados a la explotación del videoclub), me imagino esos films en la actualidad y veo merchandising, camisetas, figuritas, videojuegos, secuelas, precuelas y spin-offs, quizá una serie de tv o anuncios de red bull protagonizados por nuestros amigos, pero no, todo se resume a unas cuantas películas con categoría de culto, que visto lo visto, no es poco, coño.